Exhiben rareza fílmica rodada en Cuba en 1955

Exhiben rareza fílmica rodada en Cuba en 1955

Por Francisco G. Navarro Cienfuegos, Cuba, 18 ago (PL) La exhibición del documental Jocuma, una rareza del cine cubano filmada en 1955 en el extremo occidental de la isla, fue exhibida hoy aquí por Luciano Castillo, historiador de la cinematografía nacional.   Castillo, director de la mediateca de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, confirmó a Prensa Latina que el cortometraje del realizador habanero José Antonio Sarol, realizado al unísono que el muy reconocido El Mégano, de Julio García Espinosa, solo se exhibió una vez en la sala capitalina Rex Cinema, en febrero de 1959. Se trataba de la única copia de la cinta salvada tras el asalto y destrucción por fuerzas represivas de la dictadura de Fulgencio Batista, en enero de 1957, de los estudios de la compañía Minicolor Films, fundada por Sarol en 1955 en Guanabacoa, afueras de La Habana. El realizador y conductor del espacio televisivo "De cierta manera" explicó que Jocuma, también titulada El cabo de San Antonio, resulta un clásico documental, a diferencia de El Mégano, producida por la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que fue una reconstrucción fílmica de la realidad. Ambas obras coinciden, además de en el tiempo, en la denuncia social de la situación de uno de los sectores de la población cubana que vivía en paupérrimas condiciones económicas y sanitarias, los productores de carbón vegetal. Jocuma retrató a través del lente del propio Sarol el testimonio de comunidades rurales, cuyos habitantes ni siquiera rezaban como ciudadanos de la República de Cuba, pues al nacer no eran inscriptos en el registro civil ni estaban empadronados en el censo electoral. En pantalla aparece gente de rostros aindiados que dormían en camastros infrahumanos y se alimentaban con carne de puercos jíbaros cocinada con manteca de majá, miel de abejas silvestres, raíces, jutías y las pocas viandas que podían cultivar en terrenos cubiertos de rocas conocidas como diente de perro. Su único contacto con el resto del país era una goleta que cada tres meses pasaba a recoger las sacas de carbón. Sarol (1920-1986) no pudo mostrar su obra en las salas comerciales de cine y optó por llevarla de manera clandestina a diferentes zonas rurales de la isla. La investigadora cubana María Eulalia Douglas considera poco probable que el realizador de formación cinematográfica empírica hubiese visto El limpiabotas, Roma ciudad abierta o Paisa, que de manera ocasional se exhibieron en Cuba a fines de los años 40 y principios de los 50, del pasado siglo. Puede que tampoco tuviera información sobre la importancia del neorrealismo italiano, corriente poco conocida en Cuba en la época, sin embargo, Sarol logró facturar un testimonio que por su contenido y la calidad y crudeza de las imágenes se inscribe dentro de esta corriente fílmica, apunta Douglas.