16 Septiembre 2011, 11:46 AM
¿Privatización?
El rector de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD) ha advertido que si el Gobierno no provee los recursos
requeridos el camino que le queda a esa academia es el de la
privatización, tras señalar que la precariedad financiera que padece es
por causa del incumplimiento de la ley y no por una mala administración.
Sin temor a equívocos puede decirse que la crisis económica de la UASD es el resultado de una nefasta combinación de bajo presupuesto y deficiente manejo administrativo, por lo que se requiere armonizar un deseado incremento en la partida que otorga el Gobierno con una significativa reducción de los gastos administrativos.
La Universidad parece entrampada en un añejo círculo vicioso que consiste en que cada año ingresan más estudiantes y en términos reales se reduce su capacidad financiera por lo que no puede atender requerimientos de más profesores, aulas, equipos de laboratorios y otras necesidades.
En 2011 han ingresado a la UASD 30 mil nuevos estudiantes, pero sus ingresos son iguales al 2010, situación que ha sido recurrente por más de una década, por lo que una consistente precariedad atenta contra la excelencia académica diezmada por desfasados criterios populistas.
Resulta un contrasentido postular privatización pura y simple como remedio a los males financieros y académicos de una universidad estatal, pero también es absurdo que se pretenda que opere una tarifa de ingreso y créditos subsidiada para todos los estudiantes, sin importar su procedencia económica o el tipo de carrera que se desee cursar.
El Estado debe proveer facilidades directas e indirectas para que estudiantes de escasos recursos ingresen a los centros de estudios superiores, incluido por supuesto la UASD, pero debe tomarse en cuenta, al momento de matriculación, factores relacionados con las calificaciones obtenidas por el estudiante, que deberían mantenerse en niveles de excelencia como condición para recibir subsidios oficiales.
La UASD no debe jamás cerrar sus puertas a bachilleres que deseen cursar carrera en sus prestigiosas aulas, pero tampoco abrirlas de par en par a la mediocridad, menos aun para profesores sin condiciones mínimas para impartir docencia a empleados ineptos con padrinazgo político.
Lo mejor sería que para sustentar su justo reclamo de mayor presupuesto las autoridades de la Universidad Primada encaminen urgentes reformas administrativas y académicas para que la institución procure un justo equilibrio entre la masificación y la calidad docente.
Sin temor a equívocos puede decirse que la crisis económica de la UASD es el resultado de una nefasta combinación de bajo presupuesto y deficiente manejo administrativo, por lo que se requiere armonizar un deseado incremento en la partida que otorga el Gobierno con una significativa reducción de los gastos administrativos.
La Universidad parece entrampada en un añejo círculo vicioso que consiste en que cada año ingresan más estudiantes y en términos reales se reduce su capacidad financiera por lo que no puede atender requerimientos de más profesores, aulas, equipos de laboratorios y otras necesidades.
En 2011 han ingresado a la UASD 30 mil nuevos estudiantes, pero sus ingresos son iguales al 2010, situación que ha sido recurrente por más de una década, por lo que una consistente precariedad atenta contra la excelencia académica diezmada por desfasados criterios populistas.
Resulta un contrasentido postular privatización pura y simple como remedio a los males financieros y académicos de una universidad estatal, pero también es absurdo que se pretenda que opere una tarifa de ingreso y créditos subsidiada para todos los estudiantes, sin importar su procedencia económica o el tipo de carrera que se desee cursar.
El Estado debe proveer facilidades directas e indirectas para que estudiantes de escasos recursos ingresen a los centros de estudios superiores, incluido por supuesto la UASD, pero debe tomarse en cuenta, al momento de matriculación, factores relacionados con las calificaciones obtenidas por el estudiante, que deberían mantenerse en niveles de excelencia como condición para recibir subsidios oficiales.
La UASD no debe jamás cerrar sus puertas a bachilleres que deseen cursar carrera en sus prestigiosas aulas, pero tampoco abrirlas de par en par a la mediocridad, menos aun para profesores sin condiciones mínimas para impartir docencia a empleados ineptos con padrinazgo político.
Lo mejor sería que para sustentar su justo reclamo de mayor presupuesto las autoridades de la Universidad Primada encaminen urgentes reformas administrativas y académicas para que la institución procure un justo equilibrio entre la masificación y la calidad docente.
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