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La batalla que muchos prospectos del béisbol libran desde los primeros años de la niñez hasta fichar un contrato para el profesionalismo está plenamente recompensada si, por ejemplo, usted tiene por nombre Albert Pujols y su firma vale $275 millones de dólares por los próximos diez años.
Lo sabe muy bien Francisco José Montero, mejor conocido como 'Papá Montero', quien ha acumulado 25 años de experiencia entrenando promesas del béisbol a base de una disciplina casi espartana que incluye no solo indicaciones deportivas, sino también consejos sobre cómo manejarse entre ellos y con los adultos, así como estar al día sobre sus notas escolares.
Desde las 8:00 de la mañana 'Papá Montero' reúne a su grupo en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, de Santo Domingo, para 'recetarle' una serie de ejercicios dignos de una escuela militar.
Este hombre va moviéndose pesadamente de un lado a otro del área de entrenamiento arrastrando una pierna con problemas circulatorios causados por la diabetes, impedimento que hasta ahora ha podido superar a base de su proverbial testarudez.
En esta profesión lo principal es mantener la disciplina y el respeto. Muchos creen que llegar a las Grandes Ligas es tomar un bate o un guante (...) Pero para llegar hay que fajarse (trabajar) muy duro para ver los frutos", expone a Efe Reportajes este ex lanzador de béisbol y fútbol.
Uno de los 'agraciados' con la física que aplica 'Papá Montero' es Edwin Coplin, lanzador de 21 años, fichado por la organización de los Dodgers de Los Ángeles, quien desde los ocho años ha estado bajo la tutela del experimentado técnico.
"Espero que en un año, más o menos, pueda hacer mi primer viaje a Estados Unidos, ya que así podré ir subiendo de nivel y avanzar en mi propósito de subir al equipo grande", explica el espigado serpentinero luego de una breve sesión de lanzamientos a más de 90 millas por hora.
Lo que hace este prospecto es pulir un talento que le permita labrar el mismo camino trillado por el abridor derecho de los Indios de Cleveland, Fausto Carmona, otro de los que pasó por las manos de 'Papá Montero', al igual que el jardinero novato de los Yanquis de Nueva York, Edward Ramírez.
Fama y fortuna
Como lo hace Coplin, miles de adolescentes solo esperan la salida del sol para iniciar el camino que los lleve al ansiado "sueño dominicano" de enfundarse una casaca de Grandes Ligas, el primer impulso para atrapar fama, fortuna y la idolatría de millones de aficionados.
En la República Dominicana, los jóvenes 'peloteros' son guiados por decenas de 'scouts' (escuchas) independientes, algunos de ellos conocidos como 'buscones', quienes hacen su trabajo en espaciosos complejos, -los menos-, mientras otros levantan improvisados centros de entrenamientos en campos deportivos y recreativos adonde acuden de vez en cuando los padres a observar el progreso de sus muchachos.
Precisamente, son los propios progenitores los que alientan a sus vástagos a iniciar esa complicada carrera hacia las Grandes Ligas, motivados en los fabulosos contratos que obtienen los jugadores 'estrellas' en la liga estadounidense.
"La atención por el juego se despertó en mí hace pocos años cuando vi batear en un juego por televisión a Adrián Beltré, de inmediato dije: 'quiero ser un tercera base'", dice Alberto Sánchez, que con solo 16 años se perfila como uno de los prospectos de mejores condiciones para fichar al profesionalismo el año próximo.
El joven Sánchez, de fuerte contextura y brazo de cañón, está bajo la tutela de Joan Rombley, un ex jugador que confía en las condiciones "excepcionales" del mozalbete. "Este muchacho batea fuerte, tiene buena defensa, tira duro y corre para promedio", expone el técnico, antes de agregar sonriente: "Estamos trabajando con una futura estrella de las Grandes Ligas".
Un pequeño país que vio nacer a figuras de las Ligas Mayores del calibre de Pujols, Pedro Martínez, Samuel Sosa, José Bautista o Vladimir Guerrero, entre otros 'astros' del juego, activa la pasión por el deporte favorito de los dominicanos.
Algunos de los 'scouts' suministran alimentos, dinero y otros avituallamientos a los prospectos con el compromiso de que estos les paguen un porcentaje de sus contratos cuando sean fichados. Otros no poseen tantos recursos y cobran a los peloteros el entrenamiento suministrado.
Las relaciones entre entrenadores y jóvenes peloteros no siempre están bien cimentadas, ya que son múltiples los casos en que luego de firmar para un conjunto, los prospectos no cumplen con los mentores, aunque también ocurre que los 'scouts' se aprovechan de los jóvenes para estafarlos a la hora de recibir dinero.
Otros puntos sensibles en todo esto atañen a la falsedad en la edad de los jugadores y al consumo de sustancias prohibidas utilizadas para mejorar el rendimiento y reducir la fatiga. Cada año es frecuente la revelación de que tal o cual prospecto asumió una identidad falsa con el propósito de ocultar su verdadera edad, o de la suspensión de varios de ellos tras no superar pruebas de dopaje.
Estas artimañas han colocado hace años al país en la mira de las Grandes Ligas, que cada día adoptan controles más estrictos para reducir estas argucias.
5 de cada 1,000
Las estadísticas frías, sin embargo, aseguran que solo cinco de cada 1,000 jóvenes peloteros alcanzan el propósito de llegar a las Grandes Ligas, otros se desarrollan en las ligas del Caribe o Asia, pero la mayoría se queda en el camino.
La "industria" del béisbol profesional en República Dominicana alcanza ya sumas verdaderamente importantes que dan soporte a que las 30 organizaciones de las Grandes Ligas hayan establecido millonarios complejos en el país, así como a que en Santo Domingo funcione la única oficina fuera de Estados Unidos de la Baseball Mayor League.
En 2010, 468 prospectos dominicanos ficharon con equipos de Grandes Ligas, por un monto de $43,4 millones de dólares, que convertidos en moneda nacional totalizan unos $1,700 millones de pesos.
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